La violencia intrafamiliar ocurre por una variedad de razones. La primera razón es que en el círculo familiar se utilizan tácticas agresivas y violentas para que las personas que coexisten se mantengan alineadas. En estos casos, la persona que ejerce la violencia considera correctas estas acciones y no ve nada malo en ellas. Se siente amparada por una cultura de maltrato, en la cual se establece una jerarquía desde la imposición. En otras palabras, la persona que maltrata hace un uso inadecuado de su autoridad.

Una mala distribución de roles en la familia y pocas habilidades o desconocimiento para ejercer el papel de padres o madres son otros de los desencadenantes de violencia.

Un factor común es la intolerancia. Cuando las personas no son educadas para tolerar y aceptar a otras, terminan volcándose violentamente contra ellas. La falta de control de los impulsos es otras de las causas.

Cuando no se ha tenido un buen desarrollo de vínculos afectivos, algunas personas tampoco son capaces de establecerlos y, por tanto, adoptan conductas agresivas.

El consumo de alcohol y drogas por parte de algún miembro del núcleo familiar también puede desencadenar conductas violentas.

Otras de las causas de violencia doméstica son la incapacidad de resolver problemas y las dificultades para comunicarse de manera asertiva y de reconocer y respetar los puntos de vista, opiniones, gustos y decisiones de otros.

Las experiencias traumáticas vividas por alguno de los miembros del núcleo familiar también pueden desencadenar violencia. Por ejemplo, que alguno de los miembros de la pareja o ambos hayan sido víctimas de violencia en su familia de origen.