Todos los padres alzan la voz algunas veces. Pero gritar no debería ser una respuesta predeterminada. Tu relación con tu hijo será mejor cuando ambos se comuniquen con calma.

HAZ UNA PAUSA

Antes de abordar la situación, tómate un momento para considerar tu respuesta. Es posible que tu primera reacción no sea la mejor. Si es necesario, dile a tu hijo que hablarás de la situación más tarde, cuando estés tranquilo.

AJUSTA TUS EXPECTATIVAS

Pregúntate si tus expectativas sobre tu hijo son razonables. Infórmate sobre el comportamiento apropiado para su edad y habla con otros padres o con su pediatra. Cuanto mejor manejes tus expectativas sobre tu hijo, más fácil te resultará responder con calma.

CONOCE TUS DESENCADENANTES

¿Cuándo es más probable que recurras a gritar? ¿Tienes poco tiempo, poco sueño o estás abrumado por el estrés? Dile a tu hijo cómo te sientes y encuentra maneras de que ambos puedan sobrellevar la situación sin gritar.

PASA TIEMPO DE CALIDAD

Pasa tiempo de calidad con tu hijo, sin pantallas ni distracciones. Encuentra formas de conectarse y escuchar. Cuantas más interacciones positivas tengan juntos, más fácil será mantener la calma y el compromiso durante los momentos difíciles.

DA UN AVISO

Hazle saber a tu hijo cuándo te has salido de tus cabales y brinda a todos la oportunidad de calmarse. Esto no solo les ofrecerá un momento para hacer una pausa y calmarse, sino que también hará que desarrollen habilidades de afrontamiento saludables.

ACEPTA LA RESPONSABILIDAD

En última instancia, tú eres responsable de cómo respondes. Discúlpate cuando grites. No es necesario que seas un padre perfecto, pero tus hijos necesitan saber que te preocupas lo suficiente por ellos como para intentar mejorar.