Dormir no es la única forma de recargar la mente y el cuerpo. Los ejercicios de relajación también pueden ayudar a que tu cerebro ansioso recupere la concentración. Ten en cuenta las siguientes técnicas:

Respiración profunda

Siéntate cómodo en una silla con los pies apoyados en el suelo. Inhala lenta y profundamente por la nariz. Relaja el abdomen. Nota cómo el abdomen sube y baja cada vez que respiras. Nota cómo el aire circula por las fosas nasales. Nota cómo el pecho se expande y se relaja mientras respiras. Después de practicar de forma regular, esta respiración se convierte en algo natural y puedes aplicarla cuando lo necesites.

Relajación muscular progresiva

Céntrate en tensar y relajar cada grupo muscular. Esto te ayuda a centrarte en la diferencia entre la tensión y la relajación muscular, y a estar más consciente de las sensaciones físicas. Comienza por tensar y relajar los músculos de los dedos de los pies, y continúa gradualmente hacia arriba, hacia el cuello y la cabeza. También puedes comenzar por la cabeza y el cuello y continuar el trabajo hacia abajo, hacia los dedos de los pies. Tensa los músculos durante, por lo menos, cinco segundos, relájalos por 30 segundos y repite.

Visualización

En esta técnica de relajación, te formas imágenes mentales para hacer un recorrido visual hacia un lugar o una situación pacífica y tranquila. Durante la visualización, intenta usar tantos sentidos como puedas, como el olfato, la vista, el oído y el tacto. Por ejemplo, si te imaginas relajándote en el océano, piensa en el olor del agua salada, el sonido de las olas que rompen y la calidez del sol.

Prueba una o varias de estas técnicas la próxima vez que necesites calmar tu energía. Si se las practica regularmente, pueden ayudar a reducir el estrés.